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Epic y más epic ;)

En la galaxia, se está llevando a cabo una cruenta batalla, en el club de rol, wargames y juegos de tablero séptimo grado nuestros generales han hecho sus movimientos, ¿quién saldrá vencedor?

Jugadores: Fran (Eldar) y Pedro (Guardia Imperial)
Puntos: 4000
Planetas: Pilgrim y Yunque
Resultado: Victoria Imperial

I. PILGRIM

El viaje por la Disformidad estaba cerca de terminar, faltaban pocas horas para alcanzar la Espiral Exterior. El puente de mando del Acorazado «Orgullo Imperial», buque insignia de la Fuerza Expedicionaria Omega, estaba inundado de holomapas de la Espiral. Tras jornadas de discusiones de Belisarius y su Estado Mayor, finalmente se había adoptado la posición de la Eclesiarquía de recuperar los mundos reliquia consagrados a San Eufrico, comenzando por Pilgrim.

Según los registros, Pilgrim fue el primer mundo donde San Eufrico obró sus milagros. Este planeta posee varios templos ancestrales de donde manaban criaturas demoniacas que atormentaban a sus habitantes. San Eufrico confinó las brechas de la disformidad y las usó como fuente de energía, ayudándose de los misteriosos cristales Kyr que se hallaron en las galerías bajo los templos. Estos cristales parecen tener propiedades singulares en el plano psíquico, por lo que fueron muy preciados antes de la desaparición de la Espiral Exterior.

Toda la flota y las tropas estaban preparadas para esta primera operación. Tendrían que actuar de manera rápida y coordinada para asestar un golpe sorpresa en caso de que en Pilgrim ofreciera resistencia o estuviera dominada por xenos.

II. LOS ELDAR LLEGARON PRIMERO

El casco del Acorazado se estremeció al abandonar el espacio disforme. En seguida se le ofreció a Belisarius el informe de estado de la flota: no habían perdido ninguna nave en su periplo por la disformidad, más allá de la demora de parte de los transportes logísticos. Sin embargo, las buenas noticias duraron sólo unos segundo, pues un mensaje entrante irrumpió en todas las frecuencias de comunicación de la flota:

Los Aeldari de Saim-Hann os saludan, jóvenes mon-keigh. Éste es mundo sagrado para nuestra raza. Retirad vuestra flota, respetad nuestro espacio y no sufriréis daño. Si persistís en vuestra presencia, seréis exterminados.

Belisarius se abalanzó sobre su vocomunicador para empezar a proferir órdenes: ¡Classis Auspex, escaneo completo de Pilgrim, informe en 5 minutos! ¡Classis Fretensis, posición de combate! ¡Transportes del 171º de Krieg, listos para cuenta atrás de desembarco en 8 minutos! ¡Classis Aurora, misión de Escolta! ¡Alas 2 y 3, en reserva y preparados para misión de superficie!

– Parece que vamos a tener gloria y fuego nada más llegar – barruntó el Mariscal para sus adentros, mientras la holosistema de mando y control bullía con órdenes y confirmaciones. Una voz irrumpió de súbito en la vocorred: Classis Auspex, informe completo de la superficie: mundo árido con formas de vida compatibles con fauna y flora estándar. Población humana estimada: 724 millones de personas. Estado tecnológico: barbárico. No se detecta presencia de xenos. Sí se detecta una fuerte presencia psíquica en los antiguos templos de la capital, Dajeah.

-Amplíen escaneo en la presencia psíquica, permiso Phi-3 para usar psíquicos concedido, anótese en bitácora de mando- ordenó Belisarius. Tras unos segundos de silencio, se obtuvo la respuesta: – Psíquico autorizado Recaredus a sus órdenes, Lord Mariscal. La presencia psíquica es excepcionalmente intensa. Se percibe un campo de energía psíquica en torno al complejo sagrado. Hipótesis de actividad psíquica xeno aceptada con un nivel de significación del 5%.

-Bien, buen trabajo, Recaredus-, reconoció Belisarius. – Abran canal a todos los almirantes: nuevo destino, Dajeah. Preparen protocolo estándar de asalto a superficie-.

III. LOS TEMPLOS

El 171º Regimiento de Krieg desembarcó en las proximidades de gran complejo de templos ancestrales de Dajeah, con el propio Mariscal Belisarius a la cabeza. Envuelto en un inmenso campo de energía crepitante, la parte principal del complejo sagrado estaba cubierto por éste. El viejo Mariscal observó la imponente ciudad sagrada, seguro de que allí estaría la escora Aeldari, tejiendo como arácnidos sus intricados planes.

Durante toda la noche, las diferentes secciones de zapadores comenzaron a rodear al campo de energía con trincheras y búnkeres. Fuera lo que fuese lo que había dentro, no lo dejarían escapar. Fue al alba de los dos soles del sistema Pilgrim cuando se desató la tormenta: de súbito, los Eldar atacaron en órbita y en tierra. Los destellos del combate en el espacio iluminaron el cielo, mientras los vehículos gravitatorios de los xenos empezaron a zumbar y a escupir muerte silbante.

IV. LA BATALLA

Dos compañías de infantería se apostaban en las fortificaciones y trincheras, que sólo rodeaban una parte de los templos. En reserva estaba el resto de la infantería, aguardando en los bosques cercanos, junto con una compañía de Demolishers. A su derecha, los Jinetes de la Muerte ensillaron sus monturas y cabalgaron a cerrar el cerco, apoyados por una compañía de Leman Russ. En la antigua zona de la Eclesiarquía se apostaba la artillería y la batería antiárea. Sin embargo, Belisarius había puesto su cuartel general en las ruinas del Manufactorum, donde una escuadra de Macharius lo apoyaban.

Por último, como centinelas avanzados, los valientes granaderos de Krieg estaban inspeccionando las ruinas en vanguardia. Éstos fueron los primeros en recibir fuego de los eldar, al tiempo que estilizadas aeronaves alienígenas trataron de silenciar a las baterías de morteros Medussa.

Belisarius pidió apoyo aéreo a la flota, pero arriba se había desatado el caos, sólo respondiendo a la llamada una escuadrilla de Thunderbolts, que trató de devolver el golpe, derribando un bombardero eldar, pero sufriendo graves daños.

Formaciones de tanques gravitatorios Eldar surgieron a todo velocidad de las entrañas del escudo de energía, así como veloces motocicletas, tiñendo de ruido y furia las posiciones imperiales, destacando una aberración que rasgaba el mundo material, disparada desde dos monstruosidades gravitatorias. El campo de energía negativa pareció engullir un búnker y las trincheras del flanco izquierdo. Sin embargo, disipada la nube de antimateria, los guardias imperiales recuperaron las posiciones, reemplazando con lacónica disciplina a los compañeros caídos. Se iba a necesitar más que un juguete eldar para desalojar a los aguerridos humanos.

Belisarius ordenó resistir en el cerco a los templos, así como contraatacar en el flanco derecho, donde los Eldar parecían concentrarse para el asalto. Después de una preparación artillera del sector, los granaderos asaltaron por sorpresa a los Eldar, haciéndoles retroceder y poniendo toda la zona de ruinas en manos imperiales. El propio Mariscal avanzó en apoyo con su propia compañía. También los jinetes de la muerte quisieron avanzar en apoyo, pero en su sector los eldar les tenían preparada una emboscada. Aunque lucharon con rudeza, no pudieron evitar ser diezmados, por lo que tuvieron que retirarse a regañadientes.

En el lado del cerco, los Eldar seguían insistiendo en castigar las defensas imperiales, que no cedían un palmo. Cada hombre caído era sustituido por otro. Los xenos debieron pensar que una legión inagotable de hombres había desembarcado, probablemente mellando su determinación de combatir.

Mientras, el cielo era indiscutiblemente de los xenos, que trataban de silenciar a la artillería imperial, sin lograrlo del todo. El espíritu máquina de mando y control alertó a Belisarius de que los eldar preparaban un asalto definitivo más allá del manufactorum. Astutamente, el Mariscal había silenciado las dos piezas de artillería que aún seguían operativas, dando la sensación de que ya no contaba con cañones. El viejo general esperó a que la concentración de tropas eldar fuera evidente, para desatar contra ellos la furia vengativa de los Medussa que quedaban. Su fuego fue eficaz y concentrado, usando munición merodeadora especialmente diseñada para hacer añicos a los ágiles vehículos gravitatorios. Varios de éstos saltaron en pedazos y otros tantos resultaron dañados.

Aunque la aviación de los xenos reaccionó inmediatamente, destruyendo las dos piezas restantes, ya era tarde: los Eldar habían perdido la fuerza de combate necesaria para derrotar a los imperiales. La victoria de Belisarius se certificó cuando, tras el silencio de las armas, el campo de energía fue menguando, disipándose en menos de un minuto. Los xenos se habían ido tan repentinamente como habían aparecido y Pilgrim era imperial.

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